ENRIQUE MATEU | Las Palmas de Gran Canaria
Que el timple es un pequeño gran instrumento, ya es sabido. Y que sus posibilidades son casi infinitas, también. Pero cada poco aparece alguno de nuestros grandes talentos para demostrarlo. Cuando no ha sido Beselch Rodríguez con su timple eléctrico, ha sido David Sánchez con su timple de fibra de carbono. Tal vez fuera cuando el ya desaparecido José Antonio Ramos, junto con el ya mítico luthier Jesús Machín, crearan el primer timple electroacústico, concebido como tal, cuando se inició esta carrera por el desarrollo físico de nuestro camellito, como se denomina cordialmente al timple. Pero de nuestros contemporáneos, y sin lugar a dudas, ha sido Totoyo Millares el que sacó el instrumento de las agrupaciones folclóricas dotándole de la identidad propia que en justicia se merecía e iniciando esta carrera en solitario para el timple.
Hoy le toca la vez a Toñín Corujo, uno de nuestros más reputados compositores e intérpretes del timple, que desde Lanzarote, cuna y referente del camellito, nos muestra esta Batucada para timple ‘convencional con la que “pretende ser un ejemplo de las infinitas posibilidades de este instrumento”.
Se trata de una obra corta de menos de tres minutos de duración en la que el cordófono se convierte en un instrumento de percusión. Utilizando exclusivamente las uñas, yemas, nudillos, dedos o palma de las manos y percutiendo diferentes zonas del timple, además de rasgueos y cruces de cuerdas que nos recuerdan al birimbau, consigue una suerte de sonoridades con las que construye un discurso rítmico alegre y sugerente que invita al Carnaval. Es de reseñar que no ha utilizado manipulación electrónica del sonido (salvo las normales de reverberación, compresión, etc) y que solo ha usado la técnica de grabar por pistas para poder mezclar diferentes ritmos simultaneamente y así crear los ritmos de esta Batucada para timple.